El pasado y el patrimonio natural y cultural de Prádena han dejado una huella que aún perdura, en forma de fiestas y tradiciones que hoy en día se siguen celebrando.
Se celebra el 2 de febrero, y los vecinos disfrutan de la velada merendando en torno a varias fogatas, o “candelas”.
Una fiesta que se celebra el martes de carnaval por la tarde, y en la que antiguamente se colgaban gallos de una cuerda que atravesaba la plaza, y los mozos, a lomos de caballos y burros, tenían que arrancar sus cabezas. Afortunadamente a principios del siglo XX la maestra Lorenza Panizo sustituyó los animales por cántaros y recipientes en los que se introducían golosinas, harina, monedas, o pimienta, entre otras cosas. Hoy en día, las monturas han sido sustituidas por bicicletas.
El domingo de resurrección y el lunes de pascua todos los vecinos de Prádena se juntan en dos prados para merendar, comer y cenar. Se hacen mesas de piedras. Los niños juegan al «hinque», palo de madera al que sacan punta y clavan en la hierba. El origen de esta fiesta era el de reivindicar, al menos por un día al año, que aquellos prados habían sido del pueblo, hasta que acabaron vendiéndose a particulares.
El espectacular Acebal de Prádena se explota de manera sostenible, de manera que algunos de los vecinos venden sus ramillas cargadas de frutos y elaboran centros decorativos en las fechas navideñas.
El día de San Andrés (30 de noviembre), fecha en la que se rememora la marcha de los pastores trashumantes hacia tierras extremeñas, los mozos del pueblo se vestían con cencerros, badajos y esquilas, y celebraban “La Cencerrada”, llenando el pueblo de sonidos a modo de despedida, ya que no verían a sus padres hasta su regreso, en primavera.
Fiesta de San Isidro labrador (15 de mayo), día de San Juan (24 de junio), fiestas en honor al Sagrado Corazón de Jesús (primer fin de semana de julio), fiestas en honor a Nuestra Señora de la Virgen del Rosario (primer domingo de octubre), y fiesta de San Martín (11 de noviembre, patrón de la localidad).